profundidades de Dios”; y dada esta relación única con Dios, solo el Espíritu conoce y revela la sabiduría de Dios que, de otro modo, estaría velada (1 Cor 2:7). En Romanos 8:26–27 esta misma idea se expresa en sentido contrario: Dios conoce la mente del Espíritu. Entre otras cosas, Pablo pretende explicar que, ante nuestras debilidades e incapacidad de hablar por nosotros mismos, el Espíritu puede interceder por nosotros de un modo adecuado. La efectividad de la intercesión del Espíritu está precisamente
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